La noche cayó y los cinco
compañeros aún caminaban por el oscuro bosque. Cazadora, la montaraz iba a la
cabeza del grupo, moviéndose entre la maleza con la agilidad propia de quien
esta acostumbrado a vivir- y a sobrevivir- en la naturaleza. Los demás avanzaban
más despacio, expectantes de las señales de su guía.